23 abril 2011

Dos caras, la misma moneda



La vida y obra de grandes empresarios siempre nos plantea interrogantes. ¿ Como iniciaron su fortunas ?, ¿ cual habrá sido la estrategia para crecer ?, ¿ como habrán echo para expandir sus negocios ? Supongo que "no" en todos los casos, pero si el "gran empresario" se desarrollo en la argentina y su trayectoria se consolido en los últimos 50 años, las respuestas se reducen a unas pocas cuestiones. Grupos económicos altamente concentrados que, al amparo de la represión y las políticas neo-liberales de la dictadura (cívico-militar) primero y de gobiernos democráticos (débiles o cómplices) después, consolidaron "su" poderío económico. Hector Magnetto en el Grupo Clarin y Paolo Rocca en el Grupo Techit obtuvieron posiciones hegemónicas, en buena parte por "acompañar" ciertas políticas en periodos en los que no siempre los argentinos la pasamos bien.
En el caso del Grupo Clarin se consolida a partir de la apropiación de Papel Prensa durante la dictadura cívico-militar. La practica que hasta el día de hoy se sostiene, la de comercializar de manera discrecional el insumo básico para la prensa gráfica, los ubica en una posición de privilegio frente a sus competidores. Con los medios electrónicos ( radios, TV, cable e internet) supieron condicionar a gobiernos democráticos, obteniendo de ellos cobertura "legal" para ampliar "desmesuradamente" sus horizontes, en detrimento de una verdadera libertad de expresión. Sancionada la Ley de Medios de la democracia recurren a medidas cautelares y de amparo, de dudosa procedencia, para continuar manteniendo privilegios. Tampoco se privaron de realizar fenomenales negocios a costa de los fondos de los trabajadores y pasivos, cuando fueron a parar a manos de privados (AFJP). Es obvio que tras ese descarado comportamiento, por décadas , hoy desafíen al Estado: negandose a cualquier tipo de control o directamente desconociendo la ley.En lo que atañe a Techint, su comportamiento no se diferencia demasiado: recibieron un fuerte impulso promediando la dictadura, del aumento de la inversión pública con obras de infraestructura y la concesión viales por el sistema de peaje, sumados a las privatizaciones periféricas y los fuertes subsidios para la promoción industrial de sectores considerados estratégicos por el complejo militar-estatal –como la siderurgia– beneficiaron al grupo de la mano de reformas neo-liberales y negocios privados avalados por el Estado. Hacia fines de los años de plomo, los seguros de cambio, la estatización de la deuda externa y la licuación de los pasivos locales les garantizarían a los grupos concentrados la irreversibilidad de los hechos. Durante el alfonsinismo, devenidos en “capitanes de la industria”, presionarían a una democracia débil para conseguir la impunidad por lo actuado. Durante el menemismo las privatizaciones se constituyeron en un nuevo “traje a medida”.Los requisitos antimonopólicos en las licitaciones nunca se hicieron efectivos. Uno de los ejemplos más notorios fue la adquisición por parte de Acindar de las tenencias accionarias –en poder del banco Chartered West LB Ltd. de Gran Bretaña– en Aceros Paraná –la ex Somisa–. La maniobra le permitió el grupo comandado por Paolo Rocca quedarse con la mayoría accionaria de la principal productora de acero y derivados del país. Desde entonces, Paolo dedicó buena parte de su tiempo a la política. Su última celada fue el apoyo a la frustrada candidatura presidencial del radical Ernesto Sanz, operada por Luis Betnaza, director ejecutivo del grupo y hombre al que colocó en la vicepresidencia primera de la Unión Industrial Argentina (UIA).
La jugada política es consecuente con la fuerte ofensiva que lanzó, acompañado por Héctor Magnetto desde la Asociación Empresaria Argentina (AEA), donde Rocca y Magnetto colocaron como mascarón de proa a Jaime Campos.
Ahora, acompañado por un sector de la UIA y el núcleo duro de AEA, intenta resistir el rol activo del Estado en las empresas con integración accionaria del sector público.No solo rechazaron el nombtamiento de directores propuestos por el estado sino que resisten la distribucion de ganancias (cerca de 6400 millones).