¿Es posible que el rechazo de la población a la política, que según el planteo del ultraderechista, es pura casta corrupta, le entregué el poder definitivo a semejante destrucción de la soberanía en todos los sentidos de la palabra?
¿Puede el pueblo argentino, estar tan cansado, triste y fragmentado, como para ceder su deseo político a la pulsión autodestructiva?