Desde hace décadas, Patricia Bullrich altera la vida pública argentina desde posiciones prominentes en el Estado. Como ministra de Trabajo o Seguridad, diputada o candidata presidencial, Bullrich se erigió en una inexorable agitadora de la violencia, tarea que combina con la mentira aviesa como método. Esta semana, con la vida de un fotorreportero en juego, el método Bullrich alcanzó un nuevo umbral.
Todas las imágenes desmienten a Bullrich y sus argumentos justificando la agresión al fotógrafo en medio de una brutal represión.