31 mayo 2011

La Jefa

Es ella. Aunque irrite a la prensa canalla que husmea en su botiquín buscando explicaciones químicas a las demostraciones de entereza; aunque martirice a una oposición sedienta de crisis; aunque desoriente a los recios caciques sindicales que aún creen en aquello del “sexo débil”; aunque indigeste a los atildados CEOs empachados de poder. Aunque le disguste a un sector opulento de la clase media que matiza su indignación consumiendo con frenesí. Es ella, Cristina Fernández de Kirchner, la que marca el pulso político del país.
Puede parecer una obviedad. Al fin y al cabo, se trata de la Presidenta de un país presidencialista acostumbrado a girar en torno a la figura presidencial. Así fue casi siempre –salvo pusilánimes excepciones–, pero la regla se rompió el mismo día en que asumió CFK, la primera mujer que accedió a la presidencia a través del voto popular. Ese dato marcó la diferencia: en un país impregnado por el machismo más retrógrado, no fueron pocos los electores que se atrevieron al sacrilegio de votar a una mujer porque, en última instancia, era la esposa de un ex presidente querido, temido y respetado –según el caso– por los más diversos sectores de la sociedad. Los primeros en expresar ese prejuicio de género, cuándo no, fueron los medios hegemónicos, que desde el vamos acuñaron un simpático pero ofensivo neologismo político: el “doble comando”. Sin sutilezas, el sistema tradicional de medios –siempre proclive a explotar en beneficio propio los puntos débiles de los políticos con responsabilidad de gestión– buscaron instalar la idea de una presidenta débil y maleable, manejada desde las sombras por su marido, Néstor Kirchner. (Nota completa ve Veintitres)